Total descontrol... Así podría definirse el segundo concierto de los Red Hot Chili Peppers en México la noche de ayer en el Palacio de los Deportes.
Y es que cada movimiento de Chad, Anthony, Josh y Flea, junto al de las 17 mil almas reunidas y los acordes de cada uno de los temas escuchados, hicieron que el pudor se perdiera, la energía hiciera efervescencia y, sobre todo, el ambiente de fiesta imperara en el recinto.
Minutos antes de que el grupo apareciera en escena, la gente ya había dado muestras de desenfreno y pasión, atiborrando los puestos ambulantes afuera del coso, dibujándose asteriscos rojos en las mejillas y calentando la garganta con refrescos y litros de cerveza.
Estos elixires evitaron que los cuerpos de los fans mexicanos sucumbieran ante el cansancio generado por tanto baile, salto y cantos ininterrumpidos.
La cerveza también fungió como lluvia inesperada, pues en cuanto salió la banda, a las 21:07 horas, los vasos comenzaron a volar por todo el inmueble y el líquido embriagante tomó por sorpresa a la gente ubicada en el área de pista.
Una vez colocados Chad, en la batería; Flea, en el bajo, con la cabeza agachada casi al ras del suelo, y Josh, enfocado en su guitarra, los primeros acordes de 'Monarchy of Roses' hicieron vibrar el cobre del que está hecho el Palacio.
"Hola México, ojalá que se diviertan esta noche", solicitó Flea con un grito desgarrador en español, adueñándose desde ese momento del micrófono como maestro de ceremonias para el resto de la noche.
'Can't Stop' y 'Scar Tissue' descubrieron la enorme pantalla de fondo que adornó el concierto, la cual se dividía por momentos hasta en cinco proyecciones diferentes.
La vestimenta del público, integrado por fans de todas las edades y en su mayoría mujeres, resultó casi acorde a la de sus ídolos: bermudas largas, playeras cortas de color negro, calcetas blancas, tenis tipo Converse y en algunos casos, torsos desnudos en el caso de los hombres y shorts diminutos en el de las chicas.
El descontrol en los sentidos también se respiró en el aroma del ambiente, el cual fluía entre una capa de sudor y axilas ácidas, olor a cerveza, marihuana y algunos destellos de perfume casi marchito.
La lluvia de cerveza, los condones inflados rebotando sobre el público cual globos y los puños en el aire, dibujaron un óleo digno de un video de los Red Hot, otorgando imágenes vibrantes a las letras de temas clásicos como 'Blood Sugar Sex Magik', 'Snow (Hey Oh)', 'Pea' y 'Under The Bridge'.
Los constantes duelos de guitarra y bajo entre Josh y Flea hicieron las delicias de los mexicanos, muchos de los cuales aseguraban que estaban presenciando un concierto diametralmente opuesto al de la noche del martes en el primer concierto de los angelinos.
"El setlist de ayer era otra cosa, han repetido muy pocas rolas y eso da un plus a los fans que repetimos y hasta a los que vienen por primera vez. El de hoy está más nostálgico, como con rolas más viejas", consideró Francisco Albarrán, fan de 32 años, luego de haber aventado un vaso de agua medio lleno a la masa de gente más cercana al templete.
De esta forma, el funk, el rock y varios vestigios notables de punk puro, colocaron al cuarteto estelar en todo lo alto del Palacio de los Deportes, haciendo vibrar de un lado al otro a la estructura más fuerte de cualquier concierto: el público.
Las parejas de jóvenes se besaban y manoseaban con 'Suck My Kiss', haciendo honor al nombre de la rola; las mujeres movieron sus caderas y melenas dejando el claro que les gustan los chicos malos en 'I Like Dirt'; y todos los presentes unieron sus voces en el viaje lisérgico que fue 'Californication'.
Finalmente, tras una salida en falso del grupo y porras ensordecedoras marcadas por el "¡Oe, oe, oe, oe, Red Hot, Red Hot!" y plegarias que solicitaban más canciones, el recuerdo de viejos temas se hizo presente de nuevo en los instrumentos de los Chili Peppers.
'Sir Psycho Sexy' permitió que varios audaces prendieran de nuevo sus porros de marihuana para viajar a gusto al universo paralelo que la banda proponía con sus proyecciones en las pantallas y ritmos alocados.
Luego, con 'They're Red Hot' y 'Soul To Squeeze', el calor que se sentía en el domo aumentó de sobremanera, gracias a la armonía de miles de cuerpos saltando y rompiendo brechas generacionales, pues igual se podían ver adolescentes, veinteañeros, mayores de 30 años y hasta niños pequeños acompañados por sus papás.
El punto final del show llegó a las 22:50 horas con 'Give It Away', quizás el éxito más clásico de los Red Hot Chili Peppers y que en su última fecha en México sirvió como recordatorio para acentuar el amor desenfrenado que tienes los fans nacionales hacia la banda.
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